martes, 25 de diciembre de 2007

nirvana



La cabeza debajo del agua. Sólo por unos segundos, lo que va de una brazada a la otra. Siempre con el derecho y a ritmo acompasado. Con el vaivén las burbujas desdibujan mi rostro, mis deseos. Soy transparente. Dentro de la piscina no existe más que mi aleteo, este avanzar desvaneciéndome. Camino de meditación. Siete. Nueve piscinas. Veinte... Continúo abrazada al agua. Penetrándola, invadiéndola. El agua es agua y se deja, me deja. Me deconstruyo sin pausas. Nada que me haga regresar al espacio exterior durante esa media hora. Treinta minutos ajena a la realidad mundana e inmunda. Ajena a mí. Transmutada en H2O. Nada más. He vuelto a sumergirme después de siete largos meses y paradójicamente he vuelto a mi.

3 comentarios:

Lerryns dijo...

Gracias a Dios haz vuelto al agua.. Sabía de tu exilio. Me lo contaste en un café mientras llovía... Haz vuelto al lugar de donde todo partió. Y se que te gustaba.. se que te gusta..

Felicitaciones por ese retorno.

Marileo dijo...

Comparto el sentimiento y la amable sensación por el agua... quizás ese estado nos venga del acogedor vientre materno... lo importante es que aunque sea por 30 minutos se pueda estar en un lugar tan agradable y a solas.

Por cierto quizás retome un cálido y placentero momento universitario compartido contigo junto al mar, al bajar en familia a Los Caracas los fines de semana (recomendación del médico para las gripes de las nenas).

Te comento si esto ocurre.

Un beso grande.

la sonrisa del calabacín dijo...

tengo foto de aquellas épocas, las dos en un malecón, no recuerdo quién nos la tomó, quizá fuera Juan..., no tu hermano, sino un compañero nuestro de la ucab, el fotógrafo, se llamaba Juan?, la copio y te la envío

un besote