sábado, 29 de diciembre de 2007

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La pregunta es una puerta que se abre hacia un destino inconcreto.
Una ofrenda. La oportunidad para que otro pueda manifestar su opinión. O eso parece. A veces. Un pasaporte de libertad. También y a veces. Quien pregunta se muestra interesado por su interlocutor, por su parecer, padecer, su punto de la cosa vista. También. Aparentemente. Puede que sólo sea un pasar el tiempo, pregunta por preguntar, por eso a éste se le menta con fervor eclesiástico entre las cuatro paredes alrededor de cinco o seis plantas. Frío, o calor, tanto da, llegas y ahí nos vemos. Si es que se ven. Cuántas preguntas se le quedaron por hacer a aquel desconocido. Llegué. Y ahí nos vemos. Que es lo mismo que decirle ahí te quedas. Aunque en realidad él no se quede ahí. La pregunta suele, sino reventar, al menos agrietar la autoridad y el autoritarismo, es detonante y explosión al mismo tiempo. Salpica, lo mismo que escampa, hiere lo mismo que mata, pero sobre todo trastorna, transforma, sacude, mantiene vivo un clásico proceder político ajeno al pensamiento único. No en vano toda dictadura persigue, prohíbe, tortura y silencia cualquier tipo de cuestionamiento, en cualquiera de sus formas, sobre todo de la forma humana interrogante. La bendita duda. That is the question. No, aquí no se anda con preguntaderas. Al pueblo se le extirpa el derecho a preguntar, a obtener una respuesta más o menos verídica y a su futurible gobernanta. Siempre. Nunca al dictador. Al dictador le encanta preguntar, ese se la pasa preguntando siempre, como para hacer ver que considera, pero sus preguntas dejan de ser particulares y concretas, para convertirse en generales con galones. También tendenciosas. Como casi todo. Entonces es cuando echan mano del referéndum, macro escenario de la disertación macro manipulada. A veces. Se especula sobrecasitodo. La pregunta es curiosa, arriesgada, osada, directa. Delata al ignorante, pone en evidencia al cobarde, desenmascara al mentiroso. No todas las veces. Una pregunta mientras está siendo formulada, antes de que se le coloque el signo de interrogación al final. Antes. Infunde esperanza. La respuesta todavía está en otro lugar, quizá ya ha iniciado su camino, quizá está próxima, pero todavía no hiere. Mientras se hace la pregunta, se la construye, se expresa y se interpela con ella al otro, la respuesta no aparece en escena. No se deja ver. Así que en ese instante todo es posible, hasta lo imposible. Los sueños tienen forma de pregunta, también los regalos, las sorpresa, también las malas y sobre todos las tristezas. Inexplicables. A veces las preguntas son pasadizos incombustibles, túneles sin puertas a los que se les ha cortado la luz. Aunque las preguntas en general llegan con tono deportivo, flexibles, abiertas, saltadoras de potro, lanzadoras de balas, muchas de jabalina, tiros al blanco, pesos pesados, ganchos, driblings, o contundentes as. Out! Hay de todo. Puede que a la pregunta se le ocurra ser la llave del ilusionismo. Aunque no siempre. El periodista utiliza cinco, siempre las mismas y en órdenes diversos, porque dependiendo del suceso, importa más el cómo que el quién. Así vende más. De todo hay. Las más interesantes son las preguntas que se insinúan, las que se dicen sin, las que llegan arrastrándose bajo la apariencia de la caricia, de la despedida, de la amenaza, o de la sin razón. Hoy día todo vale, porque más vale que haya, que no. Y las mejores son las que se camuflan en el condicional. Uhmmmm! Suaves, sabrosas, seductoras. Se acercan como quien no quiere la cosa, mal disimulando su intención, su borrachera de emoción. Su necesidad. Al cap i a la fi. Pero sin desnudar en principio. Evadiendo concretos. Aplazando. Al cap i a la fi. Escabulléndose, escondiéndose, divagando, bajando la cabeza para no recibir la virulenta respuesta de un por qué. Una nueva pregunta. Tal vez. Que obliga a desgranar razones como perlas de rosario, que avergüenzan o avasallan, y que porfían para arrebatarle al otro, lo que el otro de ninguna de las maneras se atreve a dar. En esencia las preguntas resultan enigmáticas. A primera vista nadie las entiende. Profundas, y entonces te ahogas. Mágicas y quedas transformado en rana. Complejas, y amaneces que ya no eres tú, sino un nudo. A las preguntas se las evade, se las olvida, se las ignora, se les da un sí por respuesta. O no. Hay preguntas que son respuestas en sí mismas. Preguntas idas de tono, que producen escamas y otras una bonita jaqueca. Las hay que te ponen a bailar y otras que te dejan anclado al pie de la pista. Hay preguntas que despechan y otras que despachan, las hay sorprendidas y otras que fingen sorprender, desconfiadas, absurdas, violentas, irritantes, reiterativas, maleducadas, malas consejeras, silvestres, salvajadas, carroñeras, indecentes, capciosas, jactanciosas, inútiles, preguntas indecisas, incoherentes, , alcahuetas, huecas, kamikaze, conciliadoras, mártires, fugitivas, disuasivas, negociadoras, atenuantes, fugaces, incendiarias, problemáticas, infantiles, voluntariosas, metralla bajo la luz de una bombilla, entonces aquí se pierde todo parecer. Las hay que son excusas con forma de interrogación, profesionales y aprendices de preguntas. Preguntas que mueren calladas y otras que son lanzadas al aire para que las cace quien las cace. La pregunta elegida. La que le da marco al soliloquio. Así el protagonista nunca pierde el hilo, ni el pensamiento. Y divaga y pregunta como pretexto, como sujeto de la acción, o como objeto vilipendiado, juzgado y condenado.
Lo mismo, vale para las respuestas, que para las personas.

2 comentarios:

Lerryns dijo...

Demasiado perfecto, bello, maravilloso... me fascinó todo, el humor y todo el concepto. felicitaciones... definitivamente ese es tu camino

Lerryns

la sonrisa del calabacín dijo...

gracias lerryns
definitivamente
lo es
aunque pedregoso
tus ánimos y tus consejos
quedaron grabados
por siempre
y más