lunes, 19 de noviembre de 2007

miedo

del hombre que en el metro interrumpe mi abstracción
aunque nadie mate por hablar
nadie muera al escuchar

_
señorita, un momento...
_ dígame, qué quiere?
­_ tiene una moneda de cincuenta céntimos?

le digo que no, le digo que no aunque mis dedos toquen las monedas que bailan sueltas dentro del bolsillo ahora que camino
Me alejo de él, le he dicho que no y no se por qué, por la moneda no
Me detengo, mis ojos se han girado hacia mi, miran dentro de mí, qué ven?
el metro hace su entrada en la estación, deshago lo andado, el camino que me alejaba de él, este hombre que masculla sin proferir sonidos, que contempla el piso a través de sus mechones anteojeras, manos color tabaco, boca de uva agria
Estiro mi mano y la moneda dibuja un trazado perfecto de mi mano a su mano, sin titubear la mía, sin dudar la suya, las partes cumplen el trato, el que pide, pide y el que da, da, sus dientes están podridos

La tranquilidad del vagón me impele a huir, a subir antes de que cierre sus puertas, a no quedarme junto a él, a no saber de él más que su agradecimiento, algo que de ningún modo se puede llegar a interpretar, porque alejándome no sabré quién es, no realmente, nunca del todo
Si me hubiera quedado al menos no habría negado la posibilidad, la inmediatez de la aproximación, la que evité esta noche, una vez más
Y mientras el metro se encamina hacia la siguiente estación, todo lo que respiro sabe a suposición

3 comentarios:

Natàlia Boix de Martínez dijo...

me encantó tays
un beso
m

pd
sabes que tenemos nuevas manos fortis? iván!

la sonrisa del calabacín dijo...

qué fuerte!
ya me avisarás
cuando se estrene...
otro
t

jordip dijo...

Quina casualitat. Passejo pel teu blog i m'emmirallo en la velocitat del tren i la dels pensaments, la confusió de què passa i què sembla que passi, o què desitges que passi, o què tens por que passi.