lunes, 14 de enero de 2008

absolut



Se perdió el suelo sobre el que caminaron las malas historias. Sobre sus baldosas había quedado dibujado el vía crucis de un argumento fallido. La que caminaba iba de la rota a la suelta, torciéndose ahora un pie ahora otro, para luego caer de rodillas sobre el espacio de las ausentes. Un infierno hecho de piedra le daban un falso sustento a los pies. Ahora ya no está. Ha quedado cubierto. Pero las malas historias nunca mueren, no se deshacen, no se van como los muertos a juntarse con la tierra si es que el ataúd que los contiene lo permite. Las malas historias quedan desenfocadas, ocultas detrás de la piel, como el antiguo suelo pervive debajo del nuevo. Transformadas en sensores reactores, van inoculando verbos tranquilizantes sobre el futuro, censurando en las historias que van llegando sin llegar, o que van marchando sin estar, aquellos fragmentos que representan el pretérito sentido en todas sus versiones, sin perder de vista el género ni la adaptación.

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