martes, 21 de octubre de 2008

divagaciones

Somos eso.
Retazos de varios. Pedazos que se desvanecen y otros que se quedan en pie.

_ ¿Sabría decirme dónde queda la calle Cartagena?
_ Haga esto: mire en la pared.

¿Y si no hay pared? El mapa no me dijo que la rotonda estaba en variación. Porque todo gira y cambia, o gira y me estrangula.
Somos eso, ¿no?
Una historia que se teje bajo los pies, un relato que se escribe con hallazgos. Es un gesto prestado, lo sé, pero hay quehaceres como virus, contagiados, de difícil solución. (Tienen la categoría del apego. Porque sí.) Y así es como cosecho de un cielo estrellado en el suelo mi destino virtual, una constelación que se ejecuta en mis lados más oscuros, un alter ego, un monstruo, un doble guión.
¿Realmente soy eso?
El cuerpo lo saqué de la foto de una india peruana; los pies son corazones de agua, (de fácil evaporación); la descascarada alma lleva un escudo, (ineviatable): la carta del 6 de diamante rojo con polvo de tierra.
No soy yo.
Es mi optimismo quien baila y engorda con recetas, tareas, cartas del olvido y alguna instrucción: un libro, la lista del hubo y el debió, y una ruta con capitales de la nueva e inexplorada Europa.
¿Soy eso?
Soy y no soy yo.
Porque el hallazgo me sorprende a mi pero contruye a otra, una variación, como la rotonda. Giro y giro y finalmente camino por la calle Cartagena.
¿El de hoy?
Una cabeza de elefante roto porcelana que situaré en el lado más alejado de la razón.
¿Es el azar, no?
Tal vez.
Pero seguro que yo no soy.

2 comentarios:

laianonell dijo...

lo mismo digo
y subo la apuesta

així que bravo al quadrat

la sonrisa del calabacín dijo...

Llavors s'entén. Què bé!
I gràcies!