lunes, 29 de diciembre de 2008

Alcoy 1938

En estos días de adornos y luces artificiales, días que he vivido sumergida en el olor de las peladillas y el café licor, he entretenido algunas de mis horas cruzando una puerta, la misma que 70 años atrás, vez tras vez, cruzara otra mujer.

Mis pasos, los que me llevaron hasta allí, no estaban impregnados con la urgencia de los suyos, ni yo buscaba lo que ella encontró: un lugar para protegerse de las bombas que lanzaba el ejército italiano desde sus aviones Savoia SM – 79.

Bajé las escaleras, dibujando en mi descenso la coreografía pasajera del visitante, sin tropezar con otros ni los restos de otros: comida, heces, un lamento o el golpe del orín. Descendí por un pasillo, el que me llevó a conocer las distintas galerías, pero allí no intenté encontrar un sitio dónde acomodarme, dónde tranquilizar a un bebé. A penas si perseguía el rastro de una guerra que tantas veces me ha sido explicada, que tan difícil me resulta imaginar.

¿Qué se yo del horror que acompaña al sonido de una sirena?

Cinco veces fue bombardeado Alcoy entre septiembre de 1938 y enero de 1939. Y cada vez que sonaba el "cese", anunciando la retirada de los aviones, aquella mujer volvía a su casa, si encontraba casa. Volvía por el mismo camino, si es que había camino. Volvía con la esperanza, si acaso tenía lugar. Sin saber que meses más tarde extendería un plato de comida a un hombre, un desconocido para ella, que se encontraba nuevamente frente a su mujer.


_ Ché, Isabel, que no em coneixes? Sóc Paco.


Cuando mi madre nació, hacía un año que había terminado la guerra.

2 comentarios:

Orfeu dijo...

Has visitado el refugio de Nou de la Rambla?

la sonrisa del calabacín dijo...

No, todavía. Vamos?